martes, 1 de julio de 2008

Los Fabulosos Cadillacs

FABULOSA SORPRESA

Por Edgar Lazarín, corresponsal en Buenos Aires, Argentina.

Martes primero de julio, Buenos Aires, la ciudad de Carlos Gardel, Jorge Luis Borges, Julio Cortázar y un largo etcétera despierta en un día que no será como los demás en este inicio de invierno.

Los colectivos andan con normalidad, el servicio de metro funciona como de costumbre, en la línea B los trenes viajan con demoras de minuto y medio. Los histéricos porteños caminan ya con abrigo y bufanda al cuello para repeler un poco el húmedo viento que ataca la garganta, el invierno ha llegado.

El humo de los autos bonaerenses entra en los pulmones de sus habitantes instalándose como hollín. En el kiosco (la tiendita de abarrotes) el dueño toma un mate para calentarse un poco, yo lo saludo y comento un poco el clima que me provoca achaques en las articulaciones “sos un viejo ché!” “no” le contesto “es que soy de tierra caliente”, ríe un poco y tomando unos cigarrillos L & M de cajetilla suave me dice: “ahí están tus puchos pibe, dejá ya de fumar que no hace bien al corazón”. Le pago, me despido y salgo del kiosco prendiendo uno de los cigarrillos que tienen un sabor diferente al acostumbrado, el día parece diferente, hay una vibra distinta en el aire.

Hoy es la fecha en que salen a la venta los boletos para el regreso de Los Fabulosos Cadillacs el 12 de diciembre en el estadio de River Plate.

Continúo con mi rutina diaria, sin hacer mucho caso de las cosas raras que no se ven todos los días en Buenos Aires. Algo va a suceder.

En las noticias imágenes de las largas filas ocasionadas por los miles de fans de los Cadillacs sufriendo por obtener una entrada para el tan ansiado regreso a los escenarios de Vicentino Fernández Capello y sus Cadillacs.

Cinco de la tarde, mi celular suena, Juan, el “argent” me dice al teléfono, “ché, ¿qué hacés? ¿cómo va todo?” “bien” contesto. Hay un silencio al otro lado del auricular que termina cuando mi amigo en voz baja, como si no quisiera que nadie lo escuchara me dice: “se corrió el rumor de que los Fabulosos Cadillacs tocan hoy de sorpresa, en el Planetario”. Ahora el silencio lo escucha él, ya que no puedo absorber la noticia… “ché, ¿seguís ahí? Es a las seis, yo estoy casi saliendo, ¿vos venís?”, después de recuperarme le grito “!a huevo que sí!”

Inmediatamente busco en la web y confirmo en el sitio oficial de los Fabulosos Cadillacs que el rumor no es más rumor y que está por suceder, miro el reloj, las 5:20 de la tarde, afortunadamente el Planetario está cerca de casa, así que le aviso a todos los amigos que puedo y salgo para el lugar con mis compañeras de departamento.

El 110 no pasa, los minutos avanzan, el tiempo corre cada vez más rápido, no puedo esperar más en la parada del colectivo e impulsivamente detengo un taxi, vale la pena el gasto.

Parece que el tachero está tomando el camino más largo, ¿porqué se mete por todas estas calles que no reconozco? QUE LLEGUE YA AL PLANETARIO!! HOY VUELVE EL LEÓN!! HOY REGRESA EL MATADOR!!! HOY SEGUIREMOS LA LUNA… AUNQUE NO LLEGUEMOS LEJOS!!!

La espera terminó, por fin estamos en el planetario, ahí, donde se grabó el video de Zoom de Soda Stereo, pero hoy nos encontramos ahí para ver a la que sí es la banda más grande del rock argentino.

El rumor se corrió rápido, así al tanteo calculo unas diez mil personas, el parque no es tan grande y hay; desde el punto de vista del que escribe estas líneas; demasiado espacio reservado para la prensa, la torre de control que está frente al escenario es demasiado grande, le quita mucha visibilidad a los que llegamos un poco tarde.

Así que la siguiente misión es buscar un buen lugar para ver el regreso del León.

Misión cumplida, ahora a esperar.

El resto del público no está menos impaciente que yo, todos cantan al estilo argentino, hasta delante de la masa de gente hay un “kilombo” espectacular, todos brincan, cantan, ondean grandes banderas, agitan sus “remeras”. Es un kilombo en el que a cualquiera le gustaría estar.

Una cerveza para calmar un poco los ánimos y tratar de relajarnos, Quilmes es la opción, también funciona para apaciguar el frío del invierno bonaerense que en estos momentos no se siente tanto por el calor que genera tanta gente y sobretodo, tanta expectativa.

Echo una mirada para atrás mío, la masa de gente es enorme, en unos diez minutos otras diez mil personas llegaron al lugar, mínimo 25, 000 hay.

Volteo mi cabeza de nuevo al escenario justo a tiempo para que se apaguen las luces, puedo ver a la banda subiendo por el costado izquierdo, Vicentico saluda sonriente.

Después de seis años de no subir a un escenario los Fabulosos Cadillacs regresan en una noche histórica con un concierto gratis para todos sus fans, en el que el autor de esta reseña tuvo la fortuna de estar.

La gente grita, chifla, brinca.

¡¡llegaron los Cadillacs!!

Una relajada introducción comienza con un suave funk/ska/reggae, es apenas un calentamiento para la banda y sus fans.

De pronto, hace su entrada triunfal el LEÓN SANTILLAN, la vibración que sale del saxofón y las dos trompetas llega hasta las últimas entrañas de todos los presentes. Estas vibraciones hacen que todos muevan sus cuerpos incontrolablemente, al ritmo del LEON, generando así un calor colectivo que hace parecer que es una noche de verano y no de invierno.

Sin dejar mucho espacio para aplaudir el grupo arranca con el segundo tema de la noche, “Mi novia se cayó en un pozo ciego”, la masa de fans se enloquece, todos bailan y brincan al ritmo del ska, agitan sus “remeras”, las chicas son cargadas en hombros, el mushpit es gigantesco, el polvo se levanta y enrojece los ya de por sí enrojecidos ojos de los asistentes… enrojecidos de alegría y euforia.

Ligada comienza “Demasiada presión” aunque nadie de los que estaba ahí se encontraba presionado, nada importaba pues era el regreso de los Cadillacs.

Regresaron tiempos antiguos, recuerdos preparatorianos cuando “tomaste el vaso aquel, aquel que no debías tomar, saliste a caminar y decidiste irla a buscar”

Aunque la estación de turno es el invierno había “noche de calor en la ciudad”, mucho calor generado por tanta alegría y buena música, era momento de calmar un poco los ánimos.

El planetario de fondo y el reflejo de la luna sobre los lagos de Palermo fueron el escenario perfecto para “Siguiendo la luna” que logró poner a todos en un estado completamente nostálgico y a algunos románticos. Vicentico cantaba a la luna petrificado, relajado, contento.

Terminado ese tema todos estábamos listos para una larga noche, el calentamiento había terminado cuando el vocalista de la banda anunció la despedida “nos vamos con este tema wachos, es una nueva canción y esperamos les guste”.

Todo el público demostró su desacuerdo pero escuchó la nueva canción, una mezcla entre los primeros Cadillacs y Vicentico como solista.

Los miembros de la banda salieron del escenario pero las luces no se encendieron. No pasaron dos minutos cuando regresaron, después de seis años de no estar juntos, no podían irse nada más así.

El planetario retumbaría una última vez.

Entra en acción “el satánico doctor cadillac”,

Una bengala es encendida en el público, su rojo incandescente ilumina las caras de los Fabulosos Cadillacs.

Todos bailan y brincan a más no poder.

Las banderas ondean, las manos se agitan de atrás para adelante.

Flavio Cianciarullo pega con sus rápidos dedos a las seis cuerdas de su bajo al tiempo que mueve su cabeza como un desadaptado.

Las dos trompetas y el saxofón producen vibraciones a altos decibeles.

Los tambores de las percusiones van al ritmo de los corazones de los miles ahí presentes.

El humo de la bengala se eleva hasta el cielo…

Los Cadillacs tocando para vos…

Los Cadillacs tocando para vos…

LOS CADILLACS TOCANDO PARA VOS!!

YEAH!!